La huelga estudiantil es la herramienta de los estudiantes para realizar presión ante
una determinada situación, nunca entendida como un fin en sí misma sino
como un medio para unos objetivos concretos. En el caso de la huelga
indefinida, se empieza a hablar de conquistas sociales, mientras que en las huelgas de una jornada o unas pocas a las que estamos acostumbrados podemos hablar de momentos en los que acumular experiencia y organización para el movimiento estudiantil de cara a preparar las condiciones precisas para la huelga indefinida.
El
éxito de una huelga estudiantil empieza por lo más básico: paralizar
las aulas. Esto significa que, partiendo de la decisión colectiva de no
acudir a clase, se hará todo lo posible por defender esa decisión. No es
el caso de esta huelga convocada por el Sindicato de Estudiantes, que por no tener apoyo de las bases carece en la mayor parte de universidades de una estructura organizativa capaz de defender la jornada de paro.
Una huelga es, sin embargo, más que la no-asistencia a las clases: debe completarse
con movilizaciones y lucha de calle. En ese aspecto, es importante que
durante toda la jornada de huelga esta sea visibilizada, hay que
demostrar que si la gente no está en clase tampoco está en su casa.
¿Por qué las bases no han apoyado?
Al contrario que las organizaciones más institucionalizadas, el movimiento estudiantil que se da en las bases asamblearias
conoce lo que implica la preparación de una huelga, el trabajo que esto
conlleva y la difusión que hace falta para sacarla adelante
exitosamente. No sólo es anunciar desde la tribuna la
huelga, es explicar por qué la hay, qué significan los ataques a la
educación, empapelar los institutos y campus universitarios, difundir
mediante el boca a boca y en cada clase, algo que difícilmente se puede hacer con dos semanas de tiempo (recordamos que la huelga del 24 de Octubre fue preparada con más de un mes en nuestra ciudad).
¿Qué supone una huelga no exitosa?
Fracasar
en una huelga es fracasar en futuras movilizaciones a corto plazo, es
facilitar el discurso de "la huelga no sirve para nada", es gastar una
bala cargada y que podía haber sido utilizada tiempo después con fuerzas aumentadas.
Fracasar en una huelga significa que la siguiente será mal recibida,
con derrotismo por parte del estudiantado no organizado, con el típico
mensaje de "nadie va a hacer huelga, pues yo tampoco, ya viste la
anterior".
Es también necesario tener en cuenta el tratamiento de la huelga que realizarán los medios de comunicación masivos y su forma de orientar la opinión pública,
para éstos la convocatoria de un colectivo reducido pero
institucionalizado como el SE es mostrada como una convocatoria de todo
el movimiento
estudiantil. Por lo tanto, cuando una huelga no democrática fracasa se
convierte en un fracaso de las bases a ojos de la opinión pública, con resultados desmovilizadores para próximas huelgas.
Por ello, nuestro deber
es potenciar las estructuras democráticas de los estudiantes, a fin de
levantar un poder popular capaz de llevar a cabo sus propias
movilizaciones sin depender de las convocatorias de los sindicatos y
organizaciones afines al régimen.
Expuesto
esto se entiende que desde el Frente Estudiantil y Social hayamos
decidido no secundar la jornada de paro estudiantil del 20N.
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